Cúpula | bernoval, CEO de MustWantedG Enamorada del espacio público y del territorio urbano, le concede una relevancia única al paisaje
Créditos: cortesía Paloma Torresdomeña los elementos de su invención. Esas materias, a través de las que se expresa con elocuencia, asombro y deseo: el barro, el acero, la piedra, la tinta, el óleo y el acrílico, el grafito y la acuarela, el bronce, la madera, el textil y un sinfín de bases y pigmentos que desfilan al ritmo de su imaginación razonada.
Cronista del espacio, respetuosa del vacío, enemiga de la saturación, conmueve e invita a la reflexión por igual.
Estética nocturnal, la opacidad, las texturas con su cauda de engobes y craquelamientos deliberados, recurso a una paleta básica que considera desde los blancos isabelinos , las arenas y cierta gama de grises, hasta los cobaltos y acaso algún negro por allí, pasa por la exaltación de lo mejor de su cromatismo: los verdes, definidos por su parentesco con las cactáceas endémicas de nuestro patrimonio vegetal.
El discurso de la artista se arropa en el pensamiento. Lo asume sin devaneos sentimentales, como sentencia Cioran: “En los tormentos del intelecto hay una decencia que difícilmente encontraríamos en los del corazón. El escepticismo es la elegancia de la ansiedad” . Su estilo postula una modalidad propia del espacio, de su habitabilidad y sentido expresivo.
Paloma Torres cumple lo que promete en cada uno de sus alumbramientos: auténticos partos de maravillas y prodigios que nos hacen la existencia más plena y crítica, sensual y amable. Lo que resulta importantísimo dado lo complejo, inequitativo y violento del tiempo en que nos toca vivir. Su genialidad se hace presente en las legiones de objetos y entes que habitan nuestra circunstancia, sobresaliendo por su rara belleza, natural equilibrio y sencillez pasmosa.